Con mis Bueyes Perdidos di mis primeros pasos, algo así como animarme a exponerme a través de mis reflexiones bajo la forma de ensayos, ahora doy un paso mas, con mas trabajo dejare algunas ficciones que mi imaginación vaya dando a luz, ojala sean de su agrado.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Promesa.


… nunca me había acercado a tales eventos, desde luego que las recriminaciones no faltaban, el que dirán, la familia, argumentos inconsistentes para mi idea de la vida. Así que fiel a mi mismo me aleje del mío.

Si he de ser honrado, mas que por unidad de criterio, me fui por que me preocupaba ella, la sabia triste y dolida, si yo mismo tenia una penetrante angustia difícil de sobrellevar y soy “duro”, o al menos así me mostraba, la marcha va por dentro dicen. Sabia que ella también evadiría la ceremonia, no se si por las mismas razones que yo, pero somos tan parecidos que no me cupo mas que suponer eso mismo.

No me costo encontrarla, estaba en el banco del parque donde nos dimos el primer beso profundo, supongo que vendría de nuestro querido lugar de encuentro, donde se nos conocía desde hace décadas. La constante sonrisa que iluminaba su rostro había desaparecido, definitivamente no logre inculcarle algunas de mis ideas, aunque siempre ha sido mas sensible que yo, si bien a ambos se nos han derramado lagrimas en las mismas circunstancias; ciertamente necesitaba un abrazo, pero algunas veces no podemos manejar los acontecimientos así que sabía que no se lo podría dar.

Me acerque despacio, solo yo lograba hacerla sonreír cuando la tristeza la embargaba y estaba dispuesto a que no fuera esa mañana la excepción, me senté a su lado, sin que ella me pudiera ver, pero si sentir, y comencé a susurrarle suavecito cada uno de los segundos que, compartidos, nos hicieron tan felices.

Cerro los ojos y casi con magia su blanco pelo se oscurecía ante mis ojos, la piel de su rostro volvía a tener la tersura que sentí sobre la palma de mi mano una mañana de verano en un café de la capital, despacio su boca comenzaba a dibujar su clásica sonrisa, fresca como siempre, pero con los matices de nuestra ya lejana juventud, la conocía demasiado como para saber que podía sacarla de su tristeza. Apoye mi mano sobre la suya y note como se le erizaba la piel, siempre había sido así, treinta años no habían quitado la magia del roce, brillaba, era nuevamente luz, esa luz que me atrapo en lo que seria solo un café de amigos hace eones.

Me miro, no pude dejar de sorprenderme, suponia que nadie podia, con el clásico gesto de nena triste me recrimino el no haber cumplido mi promesa, me reí, como no hacerlo, si su sonrisa, de nuevo en su rostro, era por demás contagiosa, le dije que no era así, que había venido a cuidarla como había prometido, con un gesto de picardía me aclaro que no era esa la manera convenida, racional como siempre he sido le aclare que uno hace las cosas como puede, que a veces las circunstancias mandan por encima de los deseos e intenciones. Afectuosa acentuó esa maravillosa sonrisa y me dio un beso suave en los labios, nuevamente sorprendido pero feliz le volví a reiterar que la seguiría cuidando como le había prometido millones de veces, riendo me dijo que así seria, por que no me soltaría la mano, como tantas veces nos habíamos dicho, la mire intrigado, ella sonrió por enésima vez y asintió, no iba a discutir, no tenia sentido, ya nos conocemos demasiado, así que de la mano, nos levantamos y sin mirar atrás partimos juntos; raro, conservamos el mismo aspecto que cuando nos conocimos…

Las palomas parecían custodiar a la sonriente anciana que a primera vista parecía dormitar, solo parecía, por que su corazón ya no latía en este mundo.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Metafora de amor


La sutil silueta de la mujer, se desplaza por la habitación, despojada ya de pudor y ropa, se sabe mirada, le gusta, conserva un garbo especial, sus movimientos son sutiles, casi etéreos, pero con una intencionalidad, que si bien no expresada, se desborda por si misma.

El solo la puede observar, también despojado de sus prendas, sentado en un pequeño sillón, tratando de verse normal, desnudo, fumando y con una evidente erección, se siente un tanto ridículo, pero a la vez extasiado ante la imagen de su pareja, desenvuelta, deambulando, sugiriendo una mezcla de pasión y dulzura que desconciertan. El sabor del tabaco en la boca es apenas el preludio de la necesidad del sabor de esa mujer, esta inquieto pero lo disimula, cada primera vez es así, misterio, ansiedad y por que no, un sutil temor a no estar a la altura, aunque sin saber a la altura de que.

Desde las sombras del sillón le sugiere que se recueste sobre el lecho, relajada y boca abajo, que cierre los ojos y solo se deje llevar por las sensaciones, sin hacer ruido, recoge de entre sus ropas la pequeña pluma amarilla y se acerca a ella, la contempla, se acomoda a su lado y comienza con el suave elemento una danza sobre la piel de la dama. La recorre, se deleita observando las casi imperceptibles respuestas ante el recorrido de la pluma, la piel erizada, los suaves quejidos de gusto, la tensión en ella que se empieza a mover ansiosa. La hace girar y repite las pinceladas sensuales, sin acercarse a las regiones de la anatomía deseada que mas solicitan la caricia, las rodea, le niega el esperado contacto, un sudor tibio comienza a decorar el femenino cuerpo, la música de la respiración agitada toma el ritmo de un acelerado corazón, la lucha interna es evidente, la ansiedad junto a el deseo, el placer de no saber cuando llegara el toque esperado en el lugar esperado, el descubrimiento de sensibilidades desconocidas en lugares impensados, la humedad del sexo ansioso, de la piel estimulada, las artísticas pinceladas con una pluma que van dibujando una obra de arte diferente, única, exquisita.

Cuando él, con mucha sutileza da el toque final recorriendo los lugares que lo llamaban en silencio, contempla con una mezcla de sensaciones el cuerpo arqueado de ella ante el bombardeo sensorial, sin poderse contener, deja caer la pluma y la reemplaza con sus dedos, sus manos, su boca, reiniciando el recorrido, sabiendo ya, el destino que ambos esperan, anticipándose, deseando el ser uno solo los dos…

miércoles, 24 de octubre de 2007

Ojos de cazador


La antropología reconoce que el fenotipo humano corresponde al de un cazador, los ojos al frente, con la capacidad de calcular las distancias, la visión tridimensional, rudimentos naturales con que se han dotado a todos los seres que recurren, en sus respectivos hábitats, a la caza como medio de subsistencia.

Cual es la metodología del cazador humano, que misteriosos elementos sopesa en su interior en el momento de acechar a su presa, como se desenvuelve un macho solitario en el coto elegido para conseguir la o las presas que satisfagan sus necesidades básicas, primarias.

Ese solitario macho humano, ante la necesidad se prepara, medita la naturaleza de la presa a elegir, evalúa las posibilidades, las necesidades, su propia capacidad. El solitario macho humano, cazador nato y experimentado, se dirige con sigilo a su lar elegido, concentrado, fruncido el ceño, adusta la mirada. En el lugar, observa el entorno, lo recorre tratando de pasar desapercibido, estudia el terreno, evalúa las presas, atento, conciente de la importancia de sus actos.

Se detiene cerca de un posible objetivo, alerta, olfatea el aire para llenarse con los aromas de las presas posibles, se mimetiza con el entorno, sigiloso, cauto, viviendo el momento con verdadera intensidad, sopesando en su mano habilidosa, el instrumento que lo ayudara en su objetivo.

Elegida la presa, no duda, se acerca a ella, la contempla con cautela evaluando sus características y propiedades, su olfato le dice que esta en la dirección correcta, el objetivo es el indicado, su sistema simpático, estimulado por el regodeo previo de los sentidos, ante la perspectiva del próximo alimento lo motiva, no hay duda, no hay miedo. Se enfoca, se acerca, la mirada fija en la próxima victima, que indefensa ignora su destino, su inexorable final, una mano como garra se extiende rápida y ágilmente, apoderándose de la presa, no se le resiste, ya es suya, suya…

Ya esta el chorizo colorado en la canasta del supermercado, faltan las lentejas y el pan, el resto esta en casa, hace frío, que rico guisito para mejor pasar un día frío y lluvioso, llevaría un buen vinito, no?.

martes, 9 de octubre de 2007

Sangre de mi sangre.


No sabe de cigüeñas ni de calidos y nutritivos pechos que lo acunen. No sabe de días ni de noches, nadie lo abraza, ni siquiera imagina que es todo eso.

Lentamente va tomando conciencia de si mismo, sus ojos atrofiados apenas le dan la sensación de claridad y oscuridad, de la misma manera sus oídos, en similares condiciones lo hacen pasar por variedades de zumbidos, atenuados, alguna que otra vez cadencias rítmicas lo envuelven y reconfortan, aunque desconoce el concepto de música. Pudiera parecer lo contrario pero su vida esta lejos de ser aburrida, quizás no perciba el entorno como nosotros conocemos, pero si lo hace de maneras que no somos capaces de imaginar, su cerebro, potencia cualquier posibilidad sensorial, de esta manera fue aprendiendo como es el mundo a su manera, al menos el pequeño mundo del que es miembro.

El placer y el displacer van tomando forma en su interior, las vibraciones del entorno van dibujando figuras móviles y estacionarias, algo parecido a colores percibidos con la piel, sonidos que tienen sentido y significado, a través de estos fenómenos va sintiendo, va siendo él un individuo. Se maravilla del milagro de la vida a medida que su pequeño cerebro madura con premura, se va haciendo sabio, ya que su mente sin ataduras es capaz de resolver enigmas que ni han sido planteados, su mente es luminosa, brillando como si su embrionario rostro fuera capaz de sonreír.

Ha madurado rápidamente aunque desconoce el significado del tiempo, su mente es capaz de desprenderse de su atrofiado cuerpo y nuevas sensaciones enriquecen su bagaje de conocimientos, sin presiones, sin distracciones se ha vuelto sabio. Un universo desconocido para la mayoría se va develando como los tomos de una enciclopedia; sin ser capaz de sentir cansancio, absorbe la información con avidez, con seriedad. Sin los artilugios de la lingüística es plenamente conciente del significado de las cosas tangibles y las intangibles, vuela en las alas de las aves, nada en el lomo de los peces, conoce el sabor de todas las cosas, percibe el aroma de cada partícula elemental, cada segundo enriquece su intelecto y su alma, sin egoísmos, sin envidia ni rencores es un ser enteramente puro, perfecto.

Vuelve al refugio de su cuerpo al percibir la sensación del movimiento físico, se concentra en esa nueva experiencia, sabe que no esta solo de una manera diferente a anteriores ocasiones, la primera noción del frío, físico, lo envuelve y la disfruta antes que padecerla, su piel hipersensible es estimulada por la húmeda tela que lo recorre, hay mas seres a su alrededor, aunque se sabe incapaz de comunicarse.

Un grito mudo y desesperado estalla en todo él, un dolor lacerante y profundo, desconocido e insoportable atraviesa el centro de su cuerpo, ¿Por qué?, la silenciosa pregunta sin respuesta llena su agarrotada mente mientras el mas exquisito de los dolores anula el resto de sus percepciones, siente como esos seres a su alrededor hurgan el interior de su cuerpo atrofiado sin contemplación, incapaz de perder la conciencia solo puede sufrir, no entiende que puede motivar que le infrinjan semejante tormento, así, con este ultimo pensamiento, su luminoso ser se apaga para siempre, nunca logro darse cuenta el verdadero proposito de su existencia...

No era que el ambiente fuera precisamente opresivo, al contrario, los psicólogos habían indicado las características que debería tener al lugar en cuanto a disposición y decoración, algo así como el diseño mediante un conclave de arquitectos, expertos en Feng Shui, psicólogos y vaya dios a saber que tipo de perito más. De todas maneras, con todo el esfuerzo puesto para el relax de los ocupantes, no dejaba de ser una sala de espera, donde, detrás de unas ominosas puertas, la gente vivía o moría según los designios del destino y la mano de la ciencia. El medico, con una impecable presencia y una no menos impecable sonrisa, aparece raudamente desde el interior de una de las salas de operaciones que se albergan detrás de las mencionadas puertas.

-¿Por favor doctor, dígame como esta?

-Quédese tranquila, su marido esta bien, tiene lo mejor de la medicina que el dinero puede comprar, además de ser, en este momento, el centro de atracción internacional..

-Estoy preocupada, jamás hicieron este tipo de operación.

-Técnicamente si, el transplante de riñón es algo demasiado trillado desde el punto de vista medico, eso no representa problema. Habiendo eliminado la posibilidad de rechazo, nada hay que temer, se recuperara en pocos días.

-¿Y el "Clon"?

- Despreocúpese también, si me permite, ahora que ya esta hecho, le contare de manera sencilla. Clonamos, como usted sabe, dos espermatozoides de su marido como si fuera una fecundación, como para que sea capaz de entenderlo mejor. El clon en si mismo no es, técnicamente, una persona, con mecanismos de bionanotecnologia, inhibimos de manera selectiva el desarrollo de sus diferentes órganos y cuerpo, de manera que apenas sea un deposito de el o los órganos que pudiéramos necesitar, en este caso los riñones; en si carece de cualquier tipo de conciencia. El clon nada puede sentir ya que ni siquiera permitimos que su cerebro se desarrolle, digamos que es la maquinaria mínima para que los riñones funcionales vivan, una ves cumplida su función se lo desecha. Estamos orgullosos, la técnica ha sido muy limpia, solo deberán cuidarse, al principio, de la prensa, no siempre se inicia una era en una ciencia, y nosotros, usted incluida, somos los pioneros en esta nueva y auspiciosa etapa.

-Gracias Doctor, usted sabe que somos creyentes, temía que, de alguna manera, estuviéramos haciendo algo de lo que, mas adelante, nos arrepentiríamos eternamente...

lunes, 1 de octubre de 2007

Lázaro.


I. Génesis.

… Sus padres no sabían de toponímicos ni de patronímicos, los médicos no sabían de resucitación cardiopulmonar, más allá de alguna lectura superficial en una publicación especializada, pero cuando un 17 de diciembre del año 1964 nació, su extraña vida quedaría marcada, como un karma, por el santoral.

Lo mas avanzado que había por entonces en cualquier tipo de diagnóstico por imágenes, eran los Rayos X, algo incompatible con el embarazo, así que, después de coronar, al sacarlo, que tuviera sobre su cuello una doble vuelta de cordón umbilical fue toda una sorpresa, mas aun el hecho que, su apenas estrenado corazón, ya no latiera. Un neonatólogo, un ginecólogo y una partera, más por intuición que por ciencia lo volvieron a la vida; milagros de hospital público. Habiendo nacido bajo la protección de san Lázaro y después de haber, literalmente, resucitado, poco hubo que pensar a la hora de bautizarlo. Pocas personas llegarían a hacer honor a su nombre como él.

La mayor parte del tiempo su vida no tendría nada de extraordinario, hijo de un albañil y una ama de casa en el limite de su vida fértil, Lázaro fue recibido con mucho amor. Se desarrolló con normalidad; intelectualmente del montón, no dio visos de extraordinaria inteligencia pero tampoco de secuelas de su accidentado debut a la vida. Comenzó a hablar temprano pero sus primeros pasos se hicieron esperar, una vez dado el primero de ellos, fue descubriendo su pequeño mundo bajo la atenta mirada de sus amorosos padres.

II. Primeros pasos.

Correteando alrededor de su madre, de las vecinas que pasaban a hablar con la señora, con un patio prístino en su fauna y flora, se volvió saludable e inquieto, obediente, si, pero con una curiosidad que de vez en cuando le traía algunos dolores de cabeza a sus progenitores. Como un pequeño naturalista investigaba de manera poco ortodoxa para la ciencia pero bastante común en los pequeños, cuanta forma de vida se le cruzaba, texturas, formas, aromas y eventualmente sabores.

El comienzo de la etapa preescolar, potenció de alguna manera su espíritu aventurero, los rudimentos de la socialización le hicieron ir ganado poco a poco amigos y amigas. Al ir jugando con las masas y resinas usadas para moldear, descubrió una facilidad natural para las formas, sus esbozos artísticos llenaban de orgullo a su madre e hinchaban el amplio pecho de su padre.

Con sus amigos y casi sin solución de continuidad se sumergieron de lleno en su educación primaria, combinando juegos con tareas, se sorprendió agradablemente con las posibilidades que, a su imaginación, la lectura le brindaba. Así que matizaba la escuela, los juegos con amigos, las manualidades cada vez mas elaboradas y la lectura, un conjunto de inclinaciones que hacia que sus padres vislumbraran un excelente futuro para Lázaro, pero...

III. El sino de su vida.

Con ocho años y una exacerbada inquietud, no se conformaba con pasar la tarde jugando o haciendo las tareas de la escuela, su atención ahora se enfocaba en la actividad de su padre, éste, humilde, quería mantener a su hijo alejado de un trabajo netamente físico y desgastante, pero el pequeño sabia convencer si se lo proponía y el hombre, a su pesar, cedió. Planteada la inquietud del niño a su madre, el albañil coligió que siendo Lázaro en esencia inquieto pero obediente, con unas pocas precauciones nada le pasaría, estaba en la etapa inicial de la construcción de una vivienda, así que, suponía, el pequeño pronto se aburriría y volvería a sus actividades de siempre; el día elegido, un sábado por la mañana, bien temprano.

Mañana calurosa de primavera, olor a pasto húmedo y tierra fresca, arena y ladrillos, todo un parque de diversiones ante los ojos del chico. Después de un desayuno en la obra, el padre le pide tareas sencillas que Lázaro va haciendo con mucho entusiasmo, carga algunos ladrillos, coloca con cierta torpeza arena en un balde que traslada con dificultad y tesón, el padre explota de orgullo al verlo terco y dispuesto en las pequeñas tareas encomendadas. Las contenidas lagrimas sorprenden al albañil, un clavo olvidado en una pequeña tabla perforo el talón de Lázaro, que apretando los ojos se resiste a llorar con una gran sonrisa. Dos veces mas, en días salteados, acompañó a su padre en la tarea de construir la morada de otras personas, el resto matizaba con las actividades propias de un niño.

La tarde del jueves se siente apenas mal y la madre le detecta unas líneas de fiebre, seguro que se ha insolado tanto andar por ahí, con millones de recomendaciones lo mete en la cama, a pesar de sus protestas. Sale el sol del viernes de la mano de la desesperación del matrimonio, Lázaro tiene un color azul demasiado anormal, una franca dificultad para respirar, una congelada y sardónica sonrisa, no les responde.

Ayudados por un vecino van al hospital, después de una espera eterna el diagnostico es terrible, Tétanos, una condena a muerte casi segura en aquella época.

Lentamente su cuerpo se fue deteriorando, feas heridas, escaras, por la inmovilidad, lo hacían ver como un extraño y pequeño anciano, ya no respondía, apenas respiraba y definitivamente no había vuelto a abrir los ojos, el desenlace estaba próximo.

Con un constante gesto de incredulidad, el padre de Lázaro, realiza las gestiones propias del inminente sepelio del pequeño, una opresión en el estomago y un sentimiento de culpa lo acompañan en su recorrido. Ahora solo falta esperar...

  1. En honor a su nombre.

Un jaspeo agónico partía del pecho de la criatura llenando la precaria Terapia Intensiva y oprimiendo los corazones de amigos, familiares, médicos, enfermeros y eventuales compañeros de sala, una cosa es la agonía cronológicamente correcta y algo muy diferente cuando se extingue la vida de un angelito.

El pequeño pueblo solo hablaba de Lázaro, de sus padres, de su injusta situación, tres veces al día se organizaban en la parroquia local rondas de oración, pidiendo primero, por la recuperación del niño, ahora, por su eterno y pacifico descanso.

Desde la epidemia de cólera de principios del siglo que no se veía tanta pesadumbre en una comunidad entera, la escuela donde el niño asistía hacia días que iniciaba sus actividades con la bandera a media asta, las maestras y algunos alumnos habían comenzado a usar el brazalete del luto en sus prendas, un evidente abatimiento se respiraba en la desconsolada población.

Entro en la noche en franca decadencia física, los médicos decidieron que una mínima observación seria suficiente, solo restaba esperar el momento del fatal desenlace, sus conocimientos no les permitían más que hacer más placentera su agonía. A la medianoche en medio de un profundo jadeo, como si del ultimo aliento se tratara, dejo de respirar, la enfermera corre a llamar al facultativo que presuroso lo ausculta, no detecta signos de vida, descorazonado se da vuelta y comienza a alejarse para completar los datos de la historia clínica. En eso estaba el medico cuando se oye una profundísima y desesperada aspiración, como alguien que ha permanecido debajo del agua mas allá de lo prudente, incrédulo vuelve sobre sus pasos y encuentra a Lázaro con mas color en las mejillas y con una respiración bastante buena para alguien que acaba de morir.

V. La Leyenda.

Los detalles de cómo la familia y amigos recibieron la noticia pierden importancia ante lo que se genero alrededor del pequeño. El ataúd en el que debería haber sido sepultado se transformo poco menos que en objeto de culto, un continuado desfile de comadronas y paisanos se acercaban a tocarlo mientras invocaban silenciosos pedidos y oraciones. Los propietarios de la casa de sepelios, la única del pueblo, lo exhibían en la puerta del local, con una alcancía estratégicamente colocada para recibir “donaciones”.

En la ciudad Lázaro se recuperaba rápidamente; teniendo mayor movilidad en su cuerpo las dolorosas escaras cicatrizaban de manera adecuada, al poco tiempo estuvo en condiciones de ser dado de alta y viajar los kilómetros que lo separaban de su pueblo, así lo hizo junto a sus padres y el mismo vecino que lo llevo inicialmente.

La pequeña comitiva, por que algunos autos y carros se les fueron uniendo en la ruta, arribó cerca del mediodía, la familia completa y el vecino samaritano, no daban crédito a lo que veían, la calle principal adornada como en las fiestas patronales, una multitud saludando efusivamente y, prácticamente, arrojándose al paso de automóvil, tratando de siquiera rozar a la celebridad del momento, el niño que no podía morir, algunos pedían por familiares en problemas, otros reclamaban ayuda en la obtención de tal o cual trabajo, todo en un fárrago de gritos mezclados con el andar del vehiculo. El camino se vio obstruido de repente por una comitiva encabezada por el propio intendente.

Los detalles de tan redundantes serian aburridos, digamos que se cruzan imágenes del niño rumbo a la escuela con una cohorte de pedigüeños y manoseadores. La extraña procesión se repetía a diario, con un murmullo de lamentos suplicantes. A la luz de los años es difícil entender como logro conservar su salud mental.

  1. Inercia.

Termino la escuela primaria sin grandes problemas, aunque debió ingeniárselas para poder jugar como los demás chicos, por la presencia de gente alrededor que esperaba el momento de un nuevo milagro. Al no pasar nada sobresaliente, con el paso del tiempo la gente fue olvidándose y Lázaro, pudo volver a tener una vida normal, o casi.

No destacó como alumno, pero tampoco sufría para aprobar sus materias, así, se encontró cursando el secundario en una escuela con orientación comercial, la única del pueblo. No le atraía lo que aprendía, su habilidad manual innata para darle forma a las cosas, y su inquietud por el pasado, por encontrar los rastros de aquello ocurrido en determinado sitio, fue anidando en su cabeza la idea de la arqueología o la geología como vocación, idea que no se iría nunca mas de su anclaje.

En 1981 no pudo escapar al destino de los jóvenes de la época y salio sorteado para realizar en la Armada su servicio militar, lejos de atemorizarlo o preocuparlo, ansiaba conocer el mar, claramente estimulaba su exacerbada curiosidad.

  1. ¡¡En y por, acto de servicio!!.

El 2 de abril del año 1982 lo sorprendió como miembro del rol de artillería antiaérea en la tripulación del crucero A.R.A General Belgrano. Guardias de 12 horas con otras tantas de descanso no eran un régimen desgastante para la marinería , el poco discreto navegar del buque, salvo al momento del desembarco inicial, lo mantenía alejado de la zona de exclusión impuesta por los Británicos, algo por demás obvio, tanto el crucero como sus escoltas eran navíos antiguos y ruidosos, algo demasiado fácil de detectar y difícil de proteger, además su rol en la fuerza era demasiado especifico como para intervenir en esa etapa del conflicto, si es que llegaría a hacerlo.

No la pasaba mal, la camaradería estaba exacerbada por la tensión reinante a sabiendas que en cualquier momento entrarían en combate, de hecho habían recibido ordenes de hacerlo. Aun así sus días transcurrían con los típicos sobresaltos propios de los diferentes simulacros y de las falsas alarmas, un ir y venir de adrenalina que, una vez cargada, era difícil de disipar.

La tarde del 2 de mayo, bajo con desesperación a la cantina del barco, quería algo dulce que no fuera provisto por la fuerza, después de bromear con los dos únicos civiles embarcados, se dirigió a cubierta a disfrutar de sus golosinas a manera de merienda, apenas dadas las cuatro de la tarde, y apenas dado un paso en la cubierta, un ruido sordo y desconocido, seguido de una fuerte vibración lo inquietan, segundos después otro ruido, diferente al anterior en la proa de la nave le dice que la guerra lo alcanzo de la peor manera, acto seguido su instinto y los simulacros lo hicieron actuar, en principio se dirigió al lugar que su rol de combate le había asignado, pero en menos de veinte minutos y con la embarcación evidentemente escorada, las alarmas cambian a su voz de abandono, así que sin miedo se dirige a la ubicación de su bote correspondiente.

Algo vela sus recuerdo, tiene imágenes sueltas de los otros seis compañeros que apretujados, vomitaban sin prurito ni posibilidad de detenerse en la, por demás mojada, base de la balsa.

La tripulación del aviso Gurruchaga, a pesar de las condiciones, sacan a sus compañeros inconcientes, él en un ultimo esfuerzo, intenta izarse por la red de rescate, sin éxito, cae al agua y es sacado por alguien a quien no podrá agradecer. La exposición final al agua helada potenció la hipotermia en la que se hallaba al cabo de 16 horas en una balsa con poca gente y en condiciones extremas, poco después de ser izado, cuando la sangre helada de sus miembros llego al corazón, lo detuvo.

  1. La tercera no es la vencida.

El primero que notó el detalle que Lázaro no respiraba, procedió a abrigarlo mientras pedía ayuda, esta vino de la mano de un joven oficial médico que fue destacado a sabiendas que el aviso concurriría en rescate de los tripulantes del crucero. Sus ingentes maniobras dieron resultado, contra lo que la ciencia medica predice, pero Lázaro se había empeñado en ir en contra de los preceptos de la medicina desde su nacimiento. Llego a la base aeronaval de Puerto Belgrano sin fanfarrias especiales, nadie conocía sus antecedentes, pero si como un héroe de la fuerza que sobrevivió en acción. Luego de un tiempo de recuperación en el hospital naval, finalizado ya el conflicto, fue licenciado en forma definitiva y pudo regresar a su pueblo antes de empezar sus estudios universitarios.

Llego al pueblo al final de una tarde de invierno, lo esperaban sus padres y un par de amigos, en silencio, ansiosos y concientes de lo que le toco vivir, algunos de sus compañeros de escuela habían fallecido en alguna de las instancias del combate. Como nadie se había enterado de su nueva “resurrección, la leyenda permaneció olvidada y el mismo se cuido de que así fuera, lo que menos quería en estos momentos era esa cargosa popularidad, necesitaba recuperar el timón de sus sensaciones y sentimientos.

Despacio, con el pasar de los días, volvió a ser él mismo.

  1. Vorágine.

Desde el preciso momento en que viajó a estudiar a la ciudad, las cosas fueron pasando casi vertiginosamente. Alumno regular, se esforzó por llevar al día sus materias, sin privarse de participar del calido folklore universitario, los escarceos amorosos y uno que otro descontrol de vez en cuando, imágenes un poco difuminadas de una etapa que si bien la recuerda feliz, no logra enfocar con claridad.

Geólogo recién recibido, con sus habilidades artísticas y bagaje de conocimientos, consigue ser contratado, por un módico sueldo, para desempeñar su profesión en una compañía minera, esto le permite recorrer zonas diversas del país así como de países limítrofes. Su constancia y dedicación le van haciendo ganarse el respeto de sus superiores y lentamente va tomando mayores responsabilidades, empieza a hacer carrera.

A los 41 años, en una fiesta de la empresa conoce a una mujer que lo conmueve, ahí se da cuenta que se sumergió tanto en la profesión que lo único que veía a su alrededor era soledad, sus padres, muy mayores, aun vivían y eran la principal fuente de su afecto, pero algo le faltaba sistemáticamente en lo profundo de su ser, ese algo era la sensación de hombre realizado, la necesidad de familia propia, de legado a través de los hijos, esa sensación y los enormes ojos negros de la ejecutiva de marketing le hicieron acercarse a la mujer. El romance se inicia de manera lenta, entre viajes de ambos, pero la forma de ser de los dos va dando consistencia a la relación que se afianza día a día. Los viajes pierden un poco de la aventura que otrora representaban, los cambiaria gustosamente por mayor tiempo para disfrutar de los brazos de su amor, quizás, al regresar pueda arreglar cambiar a una función mas de asesoramiento y abandonar las tareas de campo…

  1. Imágenes.

… En un parpadeo cesa el desfile de imágenes de su pasado, pero de alguna manera permanece en un estado de tranquila somnolencia. La voz desesperada del piloto llega muy lejana, la ausencia del sonido de las turbinas del Learjet de la compañía potencia el murmullo de los rezos contenidos primero, en voz alta después para finalmente tornarse ruegos a viva voz.

Sonríe, nunca le ha tenido miedo a la muerte, y no es por haberla evadido tantas veces, simplemente por que vivió como considero que debía hacerlo y estaba satisfecho con eso, sin deudas internas, o casi, pero no se podía quejar. Pensó en luces al final de túneles, pero jamás las había visto, tampoco había visto pasar su vida toda como hace un momento. Sonríe con una nueva luz de comprensión en sus ojos.

En medio de gritos de pánico y la sensación de vértigo en el estomago, Lázaro lo vio con claridad, se acomoda mejor en el asiento para disfrutar de esta, su muerte definitiva…

martes, 25 de septiembre de 2007

Vacío.


"Como me esta llevando mas tiempo del que pensé mi siguiente cuento, les dejo como para que no se aburran una pequeña historia puesta en los principios de Bueyes, por entonces ustedes no me leían así que sera como nueva, si la han leído tenganme un poco de paciencia, gracias"


Como se hace para olvidar las cosas compartidas, como se hace para dejar de pensar en los estímulos recibidos, como, al cerrarse la puerta, se saca de la memoria tantas satisfacciones, tantos secretos compartidos, tanta vivencia.

Me dejaste sin tu blanca presencia, sin tu compañía, sin tu asistencia. Quien sabe en otro hogar seas capaz de dar lo que me diste, pero no es mi consuelo, no es mi calma. Deposite en vos mi confianza, casi diría mi salud, fuiste testigo de mis olvidos y descuidos, estoicamente has soportado algo de mi desatención, pero siempre has estado, siempre me diste sin reclamos tu frescura, nunca me negaste tus dotes, ahora que te vas, ahora que ya no te tendré conmigo, se me hace pesada tu ausencia.

No me refugiare en los recuerdos, se que dejas un gran vacío, un vacío difícil de llenar, tratare de vivir sin vos, de no perder mi integridad por tu ausencia, debo aprender a organizarme, ya que no estarás para asistirme, nada desde ahora será lo mismo sin vos, pero el destino imperturbable y a veces cruel, dispuso que tu camino no sea el mío, sin lagrimas, sin palabras de dolor, apenas con un gesto de despedida, sutil, casi imperceptible.

Las cosas desparramadas por todos lados, son el testimonio visible de tu partida, nada podré conservar, he decidido que todo será regalado, no es por despecho, es casi en honor a tu memoria que no permitiré que nada de lo que te pertenecía se vea malogrado. Una buena persona disfrutara de lo que tu ser albergaba, alguien que como yo sepa valorarlo, ahora dejare pasar los días, tratando de, como dije, aprender a vivir sin vos, no será fácil, casi cada día, te necesitare, pero no estarás, y deberé sobrellevarlo.

Mirar mi casa, ahora sin tu presencia, duele, dejas un vacío dificil de llenar, nada, en un futuro próximo, estará en condiciones de ocupar tu lugar, que difícil, tener que devolverte, con lo que cuesta ahora una heladera nueva.


Nota: Heladera es lo mismo que nevera, por las dudas lo aclaro.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Leyenda Urbana.



I

Sentada en un rincón oscuro del local bailable, sonreía divertida, rodeada de un humo de cigarrillo que pintaba el lugar como si de un callejón londinense se tratara, la música al limite de lo tolerable no hacia mas que reafirmar la soledad, la individualidad en un lugar lleno de soledades potenciadas por la imposible comunicación hablada. Su sentido del oído, casi adormecido, exacerbaba el de la vista, así que poso sus profundos ojos celestes en los rostros, resaltados por los juegos de luces y el maquillaje, de las mujeres que bailaban solas o intentaban una comunicación, afirmando o negando aleatoriamente, sin saber exactamente lo que su interlocutor decía, una ceremonia de fin de semana.

No tenía ningún tipo de sensación respecto al resto de las mujeres, que como ella misma buscaban algo o alguien, quizás un momento de diversión, quizás un momento de sensualidad o simplemente abandonar la soledad enmarcada en un mediocre empleo o en el estudio de una carrera sin pretensiones. La belleza, existente o no, delineada por grandes cantidades de maquillaje; ¿cuánto menos pesarían si tuvieran la cara limpia de afeites?, donde su sonrisa natural liberara las imperfecciones que hacen a la mujer perfecta en si misma, pero no, se ocultaban en elaboradas formas dibujadas, algunas de colores chillones, otros con mas delicadeza, pero solo ella llevaba el rostro virgen de la química cosmética.

Su cuerpo, armonioso y delicado, sin llegar a ser voluptuoso pero lejos de la imagen anoréxica tan de moda, se yergue sobre los bajos tacos de unas cómodas sandalias, la tela, con un corte pasado de moda, apenas puede disimular a la niña-mujer que recubre. Las luces bajan como anuncio de la siguiente ceremonia, la danza, y con ella, el lento y dificultoso peregrinar masculino en busca de una mujer que le permita algo más que solo una charla inocente, casi un rito primigeneo.

Aun recuerda el sabor de la boca del joven, apenas mayor que ella, sabor a varón con tabaco y alcohol, una mezcla difícil de olvidar, la piel olivácea y la nariz apenas prominente y esos ojos negros protegidos por unas frondosas cejas, ese niño-hombre es la diana no alcanzada de su mirada, por él, cada fin de semana regresa a ese lugar.

Rechaza una y otra vez con amabilidad los ofrecimientos de compania, las invitaciones a compartir una bebida, en algo muy parecido a una función de mimos, habida cuenta de la omnipresente música con sus decibeles desbocados. Nadie la acosa, apenas insisten y continúan, quizás incómodos por la azul profundidad de sus ojos, una profundidad que verdaderamente intimida en alguien de apenas 17 años.

II

A pesar de los años no había sido capaz de superar esa sensación de mortaja aromática que lo abrumaba, si bien hacia horas que había abandonado el cementerio, como cada vez, era incapaz de despojarse de la imagen de las tumbas y nichos de esa pequeña ciudad de fantasmas y desde luego del pesado olor de flores en descomposición, que inevitablemente asociaba a la muerte. Marcos no era un mojigato, no era melindroso, pero tampoco invulnerable, y las heridas del accidente, profundas huellas en su alma solitaria, no cicatrizaban, un accidente ocurrido hacia veinte años, la llave a la bien conocida necrópolis.

Se sacude la cabeza acomodándose el pelo y los pensamientos, ahora si, a vivir una nueva noche de ruido alienante, no es que no le gustara bailar, solo que era conciente que un fantasma no podía hacer mas que eso, el dialogo imposible y la insoportable rutina de tratar de saber las tonterías de rigor, por eso solamente bailaba, las mujeres, atraídas por su porte, rápidamente sentían su falta de interés y con cierto fastidio lo dejaban, a veces bailando solo.

Un fantasma bien vestido tenia fácilmente granjeada la entrada, la músicas lo golpea en la cara sin miramientos, las luces bajas le indican que el baile se ha iniciado, se acomoda en un rincón, aun no tiene ganas de sumergirse en el amontonamiento humano arrastrado por la marea de hombres y hormonas.

III

La profunda mirada azul se encuentra con la misteriosa mirada negra, la multitud se disuelve alrededor del invisible puente tendido ante los jóvenes, ambos rostros inescrutables no necesitan gestos para expresarse, sus ojos lo hacen con prístina fluidez y claridad. Mas que acercarse, Marcos, se desliza entre la gente hacia la blancura magnética del rostro de ella, imágenes sueltas de una memoria genética lo hacen sentirse mas vivo que nunca, se detiene extasiado ante la dama.

Sus labios se mueven involuntariamente en un beso contenido, apenas sutiles diferencias en los rasgos, la frenan de echarse en los brazos del hombre que la observa sonriente casi una cabeza por encima de ella, el color de la piel, los ojos de un negro misterioso e insondable, la boca dibujada destacando los dientes alineados, casi brillantes. Quizás el recuerdo se fue desvirtuando un poco durante el tiempo que duro la búsqueda que esta culminando, están frente a frente, hay millones de cosas que decir, con palabras y con la piel, se siente mujer, pero sabe que no debe dejarse llevar, maldita sea la espartana educación recibida, tan profundamente arraigada que aun así le era difícil dejarse llevar.

Tomados de la mano se disuelven entre los danzantes, sin soltarse bailan su propia armonía, el resto los mira con curiosidad y una cierta inquietud por el sobrenatural frío que envuelve a la pareja, que definitivamente no lo nota.

IV

La baja temperatura de la noche desentona con las calidas risas de ambos, desabrigados, están mas allá de la realidad física, hablan, ríen, caminan, uno embebido en el otro, con su propia atmósfera. El fantasma y la joven se adjudican mutuamente tener las manos mas frías que el otro, ríen divertidos por enésima vez.

Nuevamente enlazadas las miradas, protegidos por las altas murallas decoradas, hablan de una eterna búsqueda de cientos de vidas atrás, un andar sin caminos ni tiempo para ese único momento, las miradas unidas, las manos apretadas, y las bocas fundiéndose finalmente en un beso con sabor a vida eterna.

Al final del profundo beso, ella le dice con dulzura, “Perdón”, él, sabiendo desde lo más hondo de su alma lo que significa, asiente, vuelven a besarse, el frío desaparece, las almas unidas se llenan de calor.

Se separan y sin voltear parten por rumbos divergentes, Marcos detiene un taxi, indica rápidamente la dirección de su casa, y se arrebuja en el asiento con una paz interior desconocida hasta entonces, ya no será más el fantasma de la memoria de su padre, las huellas en el alma de aquel trágico accidente acaban de sanar.

Ella, sonriendo pero con lagrimas en los ojos, atraviesa el muro del cementerio, camina rápido hacia su tumba, su alma ya es libre de, finalmente, descansar en paz...

¿Prologo?

Leonardo la sujetaba de los hombros con lagrimas en los ojos, Laura lo miraba preocupada, amaba profundamente a ese muchacho, había dejado de lado demasiados prejuicios para darle lugar al sentimiento, ¿qué pasaba? ¿era el frío de la noche o la cerrada oscuridad que ocupaba el lugar de los ojos llorosos de él? Aquello que le provocaba una angustia opresiva en su estomago.

Las palabras detonaron en su cerebro como pirotecnia de fin de año, le hablo de otra mujer, fue antes de conocerla, apenas se habían visto unas veces, pero aquella llevaba en el vientre al hijo de Leonardo, de ese hombre al que Laura sentía el hombre de su vida, él no quería hacer eso, pero debía hacerse cargo, sus propios ojos la traicionan humedeciendo el color del mar con verdadera agua salada. Un nombre, Marcos, acaricia su oído sin llegar a anidar del todo en su conciencia, se siente desesperada, se siente morir. En un acto reflejo se cuelga de su cuello y lo besa con pasión, con sus 17 años no estaba preparada para estas cosas, separa sus labios y sin despedirse gira sobre si misma y se lanza a la carrera. Leonardo la sigue asustado al verla dirigirse a la avenida, la alcanza demasiado tarde, el camión los alza por el aire. Ella murió en el acto, se dejo ir con una palabra atrapadas en sus labios, “Perdón”, él, falleció días después sin haber conocido a su hijo, el que, sin razón, no dejaría de sentirse culpable de esa doble muerte, hasta una fresca noche de otoño en la que Laura y Marcos se redimirían mutuamente.

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miércoles, 5 de septiembre de 2007

Oscuridad.



La sensación de inmovilidad era en cierta forma tranquilizadora, su ultimo recuerdo conciente, claro y luminoso era el de las formas que la luz tomaba sobre la hoja del cuchillo antes de penetrar su cuello, después un silencio algodonoso que despacio fue dando lugar a voces sueltas, algunos llantos, imágenes cuasi fotográficas de rostros familiares y desconocidos, de manera cada vez mas espaciada.

La sensación de los tubos que lo asistían en sus funciones vitales eran extrañas, apéndices de si mismo sin sensibilidad, ¿o él era el apéndice del respirador o de la bomba dosificadora de medicación o del sencillo tubo por el que recibía el alimento? Ya no se sentía capaz de diferenciarlo. Coma, palabra que jamás había analizado, siquiera prestado atención, ahora la vivía; no es tan malo, si alguna vez se imagino la situación ciertamente no era de esta manera, si apenas era como mirar televisión a diario, dormía mucho y a veces se le cruzaban imágenes sueltas de eventos o personas, mientras, su imaginación se desplegaba sin ataduras al grado de sentir que podría descubrir por si mismo los secretos mas profundos del universo.

Muchas veces era conciente de las presencias, lo roces lejanos de pieles amorosas buscando darle confort, sonidos de voces conocidas, de tonos dolorosos y a veces ansiosos, se colaban entre los jirones de silencio, ese silencio sucio de electrónica y mecánica en movimiento, no era conciente de su cuerpo la mayor parte del tiempo, pero cuando lo sentía, era sentir la contracción de sus músculos sobre si mismos, como si buscaran retroceder en el tiempo a su primigénea y olvidada época intrauterina.

El tiempo, algo de lo que había perdido enteramente las referencias, en todo caso no le importaba tampoco, se sentía como imaginaba que se sentiría un Lama en sus momentos de éxtasis y concentración, con sus sentidos enfocados sobre su interior, si tan solo pudiera levitar.

Una sensación de ahogo lo saca, si se puede decir así, de su abstracción, llanto a su alrededor, una abstracta sensación de manipulación, el cese de ruidos familiares, oscuridad un tanto opresiva.

De repente tuvo mas conciencia de su ser, era como que esa profundización del aislamiento lo adentraba en si mismo como nunca hasta ese momento, si de momento se podía hablar. De repente volvió a tener noción de si mismo como materia, la sensación del aire, entrando en sus pulmones, el roce casi doloroso de tela en su piel, abrió los ojos pero la oscuridad continuaba.

Sintió la aspereza del tul sobre el rostro, el olor del perfume barato, la incomoda opresión en sus miembros doloridos y atrofiados, el acolchado ambiente…

Sonrió primero como con timidez, luego dejo salir una dolorosa carcajada por la reseca garganta, se calmo, se permitió un pensamiento, eso si no lo había imaginado jamás, volvió a sonreír, y dejo escapar con toda franqueza la profunda desesperación y el pánico de estar encerrado en su ataúd en el primer atisbo visible de vida que tenía en años…

martes, 4 de septiembre de 2007

Angelito de Dios.



Difícil quitar la vista de los oscuros y profundos ojos del pequeño, se podría decir que subrayaban casi como una muda suplica el pedido que le había hecho. Sonriendo se quedo estático, pensó en sus propios hijos, en esa edad donde la rebeldía comienza a expresarse, niños que se duermen a diario con el estomago lleno, cuya única obligación es estudiar, si para los sacrificios esta él, para eso esta todo el día en ese kiosco, entre golosinas, útiles escolares y tarjetas prepagas de teléfono, un pequeño universo que lo sustenta, junto a su familia, desde hace doce años.

Los labios del pequeño vuelven a moverse, el sigue abstraído en esos ojos profundos, despacio amplia el foco, la ropa un tanto desaliñada, definitivamente muy usada y sucia, que triste destino para esa niñez que solo puede vagar por la calle, que es presa de pegamentos y drogas mas sofisticadas, una niñez sin cuentos de hadas, sin juguetes, sin desayunos atiborrados de pan con manteca y café con leche, sin timbres de recreo ni maestras solicitas, sin días del niño; una niñez de escalones de mármol en edificios públicos donde dormir, de deambular por restaurantes y otros locales mendigando una moneda…

La boca del chico se mueve otra vez, pero el sonido pegadizo de un tango de Julio Sosa le llena los oídos y la cabeza, siempre quiso bailar tango, quizás si lo hubiera hecho en la juventud podría haber juntado buen dinero, bailando en el extranjero, en lugar de regentear un kiosco de barrio, donde debía lucir una perenne sonrisa a pesar de las viejas cargosas llenas de tiempo libre y ocioso que solo se entretenían discutiendo todos los precios de las pequeñeces que llevaban, a veces se sentía miserable. El era un hijo obediente, en que habrá fallado para que los suyos se comportaran así, sabia que su mujer hacia lo posible para ponerlos a raya, claro, eso al volver del trabajo, el trabajo, al trabajar los dos la mayor parte del día es lógico que sus hijos actuaran con semejante rebeldía, pobre Nora, sabia que se sentía impotente y a veces lloraba en silencio, que linda que era cuando se conocieron, sonríe al recordar ese primer beso robado en un banco de plaza, algo de esa jovencita se encuentra aun en lo profundo de sus tristes ojos celestes…

¿Qué?; el chico dice algo mas, el extraño tono lo saca de su ensimismamiento, un tanto sorprendido que un pequeño de ocho o nueve años se exprese de manera tan exigente, lo mira, se ve tan extraño, por un lado tan desamparado y por el otro tan decidido, le sonríe…

Los vecinos lo encuentran aun con la sonrisa dibujada en los labios pero enmarcada en un rictus de sorpresa, el pequeño circulo negro, casi como un tercer ojo, se ve como una nota discordante en la frente del comerciante, los ojos bien abiertos a la nada, vidriosos, cajas de golosinas por el suelo, las tarjetas de teléfono ausentes y la pequeña caja registradora abierta y vacía, el charco de sangre se mezcla con las blancas hojas de los repuestos escolares y los caramelos.

Un día mas en un barrio mas…