La antropología reconoce que el fenotipo humano corresponde al de un cazador, los ojos al frente, con la capacidad de calcular las distancias, la visión tridimensional, rudimentos naturales con que se han dotado a todos los seres que recurren, en sus respectivos hábitats, a la caza como medio de subsistencia.
Cual es la metodología del cazador humano, que misteriosos elementos sopesa en su interior en el momento de acechar a su presa, como se desenvuelve un macho solitario en el coto elegido para conseguir la o las presas que satisfagan sus necesidades básicas, primarias.
Ese solitario macho humano, ante la necesidad se prepara, medita la naturaleza de la presa a elegir, evalúa las posibilidades, las necesidades, su propia capacidad. El solitario macho humano, cazador nato y experimentado, se dirige con sigilo a su lar elegido, concentrado, fruncido el ceño, adusta
Se detiene cerca de un posible objetivo, alerta, olfatea el aire para llenarse con los aromas de las presas posibles, se mimetiza con el entorno, sigiloso, cauto, viviendo el momento con verdadera intensidad, sopesando en su mano habilidosa, el instrumento que lo ayudara en su objetivo.
Elegida la presa, no duda, se acerca a ella, la contempla con cautela evaluando sus características y propiedades, su olfato le dice que esta en la dirección correcta, el objetivo es el indicado, su sistema simpático, estimulado por el regodeo previo de los sentidos, ante la perspectiva del próximo alimento lo motiva, no hay duda, no hay miedo. Se enfoca, se acerca, la mirada fija en la próxima victima, que indefensa ignora su destino, su inexorable final, una mano como garra se extiende rápida y ágilmente, apoderándose de la presa, no se le resiste, ya es suya, suya…
Ya esta el chorizo colorado en la canasta del supermercado, faltan las lentejas y el pan, el resto esta en casa, hace frío, que rico guisito para mejor pasar un día frío y lluvioso, llevaría un buen vinito, no?.