…Jorge siente que debió hacer más cosas, darse más gustos, ser más feliz. ¿Se puede elegir ser feliz?, claro que si, ciertamente es mas una cuestión de actitud que de aptitud.
Si parece que hubiera pasado una eternidad desde que vio a Inés por primera vez, hasta entonces, considerado mujeriego, había recorrido unas cuantas de las camas de su compañeras de curso; pero ella era diferente, lo que sentía iba mas allá del deseo y todo eso a una ineludible primera vista.
Esta bien, le pasa a todo el mundo mirar tele sin ver, la soledad de un día de semana de un pesado verano fomenta el recuento y eso empezaba a hacer, uno paso los cuarenta y es difícil librarse de pequeños balances involuntarios, el calor aprieta, pero en la casa, rodeada en su frente y fondo por jardines, no se nota tanto, la televisión esta pasable, como telón de las reflexiones.…
… El Pelusa se rasca la cabeza, manía conservada desde la época en la que tenia una abundante cabellera. Los piojos, además de un grupo musical que alguna vez cree haber escuchado, eran su perenne karma, hasta que irritado por la picazón y el dolor, decidió raparse y no dejarse crecer más el pelo para evitar ser colonizado nuevamente por esos bichos infames.
La noche le resulta cómoda, en ella se desenvuelve sin miedo, casi como un ánima en pena, es que realmente su alma esta lastimada, una niñez entre cartones por paredes, ropa usada por muchos antes que el, calores sin ventilación, fríos sin abrigo, con la suciedad como estigma y compañía; la noche entre la arboleda de las grandes casas le llenaba el olfato de lo único que el sentía puro, la vegetación, a la vez que lo protegía con su manto mientras, oportunista mas que metódico, miraba hacia todos lados, imaginando lo que ocurría en el interior de las coquetas casas del barrio. Sus dos compañeros tienen la mirada torva y aspectada, casi como si quisieran amedrentar a un desconocido enemigo, bueno, esa es la real idea detrás de su apariencia…
… Jorge cuelga el teléfono, Inés lo ha llamado desde la casa de sus padres en un pueblo del interior de la provincia, todo esta tranquilo, como no podría ser de otra manera en un lugar así. El busco esa casa, tratando de recrear algo de la tranquilidad tantas veces dibujada con palabras por su mujer, eso mas la sensación de un verde legitimo bajo la planta de los pies desnudos, con su vecino mas cercano a setenta metros, una verdadera garantía de paz y descanso todo el año. Para eso ambos se esforzaron, ahora lo estaban disfrutando…
… El Pelusa se dirige a “El Tajo”, sin gritar pero con vehemencia, los dos compañeros que le preceden se detienen mirando con atención al primero. Pelusa encontró uno de esos inesperados tesoros, la puerta posterior del parque de una de las casas abierta, invitadora. Sin preocuparse por ocultar sus rasgos el trío se mete con cierto sigilo en la frontera de la morada, rumbo a la vivienda principal, El Rengo mas rezagado hace un pàneo de la propiedad buscando un perro guardián o señales de alarmas instaladas, El Tajo, hace honor a su nombre y extrae de entre sus ropas un cuchillo de carnicero de importantes dimensiones, Pelusa fija su mirada en la abierta puerta que daría a la cocina de la vivienda principal, un regalito del dios de los ladrones. La adrenalina los invade, el tiempo se acelera con vértigo, siempre sucede así, el tiempo vuela cuando uno se divierte…
…Los ojos que se cierran cuasi con vida propia, no es que este aburrido el programa, pero el cansancio acumulado de las guardias, el fresco del lugar frente a tanto calor a lo largo del día, conspiran para darle la sensación de estar viendo las cosas como en televisión, incluyendo la misma televisión.
La hoja de acero se apoya en su cuello, los ojos salen de su ensoñación y la mano desnuda la aferra, filo incluido, espantándola como si fuera, simplemente, uno de los habituales mosquitos, El Tajo sorprendido por la reacción no alcanza a usarla como mas sabe y se encuentra forcejeando, un tanto estupefacto, con alguien decidido y enojado. Jorge, sintiendo la sangre deslizarse por la mano, comienza a dominar el arma que se apoyo inicialmente en su cuello, atónito quien la esgrime, pierde el control sobre ella de manera muy evidente.
La rápida reacción del dueño de casa, deja paralizado en cierta forma al Pelusa que mira como el Tajo esta a punto de perder el cuchillo, determinante del equilibrio en la balanza de la situación, raro en el, permanece congelado viendo la escena del forcejeo pero sin racionar ni física ni mentalmente. Casi como materializándose de la nada, el Rengo aparece detrás de Jorge y lo detiene con un certero golpe en la cabeza, una tenaza en su mano indican que el no se ha dejado dominar por la sorpresa, Jorge cae pesadamente al suelo sin perder la conciencia y una concienzuda andanada de patadas lo ubican rápidamente en su lugar, Victima…
No podríamos decir que Jorge haya perdido el conocimiento, solo quedo un poco aturdido, muy dolorido y mas enojado, quizás de poder pararse los enfrentaría, eso es mejor que quedarse en el suelo enroscado y maniatado, perdiendo sangre como única acción. Los tres mal vivientes, a su manera, cada uno con su golpe favorito, le exijan dinero, los objetos electrónicos de valor ya están en su poder, y descreen de la negación sobre la existencia de una suma importante de efectivo, así que matizan su cuestionamiento con una nueva andanada de golpes que solo logran aumentar la furia del dueño de casa, el tiempo, los granos de arena del reloj de la vida, caen con extrema lentitud para el medico, inmovilizado, golpeado y furioso en el piso de su sala, cuanto mas se quedaran estos hijos de puta, cuanto mas.
Cuarenta minutos de amenazas y golpes con una única respuesta, “no hay mas dinero”, el trío de visitantes sienten que apenas han llegado, tienen la tentación de esperar la llegada de mas personas, quizás ocurriera, pero El Pelusa es conciente que no deben abusar de su suerte; un metro setenta por debajo, Jorge piensa si aun se quedaran mas tiempo, llevan una eternidad revisando y golpeando, su cuerpo duele por la posición y la paliza, además de de su orgullo, infinitamente mas lacerado, sus amarres están flojos, podría liberarse, pero esta en una posición de franca desventaja, así que mordiéndose trata de permanecer quieto.
Los murmullos aumentan a su alrededor, ruido de preparativos, El Pelusa se acerca a Jorge, y después de un par de patadas le da unas sugestivas recomendaciones sobre lo que no debe hacer una vez que lo dejen solo, el medico asiente, deseando que esta infinita espera llegue a su fin.
… El Rengo abre la marcha, caminan dentro aun del predio, con cierta displicencia, una breve y habitual reunión como al final de cada atraco, donde se encontraran, como se dispersaran, cumplida la ceremonia y ceca del portón de salida sus músculos se tensan a causa de la última oleada de adrenalina.
El Rengo y El Pelusa salen corriendo hacia la derecha, mientras El Tajo, intenta lo propio hacia la izquierda, pero la trompa de un vehiculo lo detiene en seco, un patrullero esta detenido casi a la salida, el mismo sobre el que el tercer malhechor desparrama su anatomía, el sargento que lo conduce, de rápida reacción baja del auto dando la voz de alto a la pareja que se aleja, el agente que lo acompaña intenta lo mismo con el Tajo, quien por reflejo, clava el enorme cuchillo en el cuello del policía. Los borbotones desesperados del agente, alertan a su compañero, quien arma reglamentaria en mano, desparrama buena parte del cerebro del maleante sobre la calle y el pasto, acto seguido apunta cuidadosamente y dispara a los otros dos hombres que corren hacia la parte mas alejada de la cuadra.
Un quejido sordo del Rengo y su caída son percibidos por el Pelusa, este, sabiéndose jugado, suelta un botín que no es importante como para perder la vida por el, aunque como siempre supo, es un riesgo propio de ese, su trabajo. Gira la cabeza en la huida, para saber de donde es atacado, y ve que el Rengo se mueve, rápidamente decide cambiar hacia el frente de la esquina a la que originalmente apuntaba, con el fin de protegerse con unos árboles del efectivo tirador que lo tiene apuntado, pero un agudo dolor le llena el pecho, siente que se ahoga mientras va cayendo de rodilla, quiere girar la cabeza pero no logra hacerlo, deja de sentir, deja de vivir.
… Medico al fin, Jorge revisa al Rengo, único sobreviviente, los cadáveres de sus compañeros están tapados, un poco al menos, con papel de diario, mientras una ambulancia se lleva el cadáver del agente que tuvo reflejos mas lentos. Un barrio mas tranquilo, como un pueblo de provincia, toda la vida quiso vivir en un lugar así. Como se vuelve a entrar en la propia casa después de haber sido violado en su intimidad, destruida la sensación de seguridad que da el propio hogar, lo que sigue es un volver a empezar, recuperar la confianza, confianza en la vida misma…
Nota: este es un cuentito un poco mercenario, escrito con el único objeto de ser presentado a un concurso, pero fantasía al fin, no lo iba a desperdiciar, confío en que al menos un poco les haya resultado interesante.