Apoyó cansinamente la barbilla sobre la boca del caño, necesitaba despabilarse de alguna manera y pensó que el frío del metal y la incomodidad de la posición harían el trabajo, se equivoco. Llevaba 42 años arrastrando la vida y había momentos, como ese, en que se sentía cansado de ella, sonrió dolorosamente por la posición en la que se encontraba, cansarse de la vida, arrastrar la vida, sus propias reflexiones, vistas con objetividad eran deprimentes.
Imágenes de la niñez lo abordaron en tropel, aun lo sorprendía la manera clara en la que podía recordar eventos tan lejanos en el tiempo, periódicamente y a pesar de si mismo los recuerdos se metían con absoluta presencia en sus soledades. Hijo único con madre sobreprotectora y padre ausente, fue criado por ella y su abuela en la casa de la segunda, si bien lo llenaron de amor le presentaron al mundo como una de esas bolas de algodón de azúcar, donde las felicidad estaba lista para ser tomada, el crecer lo desasnaría de manera impiadosa. Ya su adolescencia fue bastante ardua, no era mal estudiante pero tampoco se destacaba demasiado del montón, apocado y tímido, el resto de sus compañeros vieron en él la victima ideal de sus bravuconeadas y pavoneos hormonales, era un colegio mixto, y los jóvenes machos humanos aprovechaban cualquier ocasión para llamar la atención de las jóvenes compañeras, su incapacidad para defenderse como correspondía lo hacían la victima preferida de los compañeros de camada.
La universidad no fue mejor, la violencia física desaparecía en una relación inversamente proporcional a la sensación de inexistencia pública en la que se movía, pocos parecían tomar cuenta de su presencia, mucho menos de su existencia. Así casi como invisible termino su carrera e inicio la búsqueda de su desarrollo profesional, una profesión que no le gustaba pero que su solicita madre había elegido para él, ella también, tan previsora, le consiguió trabajo, a través de conocidos, en un banco pequeño, donde serian apreciadas sus credenciales de contador.
Pareja si, consiguió por si mismo, o algo parecido; cuando la soledad y el onanismo eran su rutina, cuando sentía que enloquecería si algo no cambiaba, decidió tomar la iniciativa y contrato los servicios de una agencia matrimonial, acepto la primera de las personas con las que hubo de compartir una entrevista, ocho meses después estaba casado, tenia 35 años.
Su vida sexual no sufrió grandes variaciones, una vez su mujer logro el objetivo de embarazarse perdió el poco interés que pudo despertarle la libido de su marido, ella deseaba ser madre y a eso se dedico plenamente, casi ignorándolo después de haberlo logrado. Por mucho que lo intentara solo logro algo parecido a una familia, la frialdad dominaba las conversaciones, casi no existían muestras de cariño, en rigor de verdad solo él era expresivo sin encontrar eco en su esposa, la opresión en el pecho, la angustia profunda lo llenaban por completo.
El dolor en la mandíbula lo volvió a la actualidad, su realidad era patética, se acomodo para apoyarse mejor en el caño descansando con mas holgura, bajó el brazo tanteando el pequeño arco de metal, pensó en la huella que dejaba de su paso por el mundo y su rostro nuevamente se ensombreció, apoyo el dedo en la pequeña palanca y dejo caer el peso de su mano sobre ella.
El estruendo resonó con ecos parecidos a carcacajadas por la casa vacía…